Jugabilidad
Dementium II, como su antecesor, es un juego de acción en primera persona. El movimiento de la cámara lo controlaremos desplazando el "stylus" por el minimapa de la pantalla táctil, mientras que con la cruceta dirigiremos al personaje y con el botón “L” accionaremos nuestras armas (acompañadas de nuestra inseparable linterna), ya sea de combate cuerpo a cuerpo (cuchillo) o a distancia (pistola, por ejemplo, entre un elenco aceptable de armas).
La posición en la que debemos coger la portátil para avanzar por las dementes estancias que se nos plantearán es molesta en ocasiones. Sobre todo en los primeros minutos, en los cuales no sabremos ni cómo hemos de sostener "stylus" y consola al mismo tiempo con nuestra mano más hábil, puesto que la más torpe la tendremos sustentando la portátil por el extremo opuesto para controlar al personaje. Los zurdos no han de preocuparse en este sentido, puesto que los controles pueden invertirse, y en lugar de mover a William Redmoor a través de la cruceta podrán hacerlo mediante la botonera de la derecha. Por todo lo anterior, en el primer tramo del juego nos costará afinar nuestra puntería para derribar a los demonios deformes que nos perseguirán, pero es totalmente comprensible la aplicación de este sistema también utilizado en otros juegos de la misma plataforma y género, ya que la portátil no tiene ningún otro control adicional para manejar la cámara en primera persona.
En la pantalla táctil se encuadran numerosas opciones. Una de ellas es la vital selección de armas con su consiguiente opción para recargar su munición. En el mismo cuadro donde podremos seleccionar las armas se acumularán todos los botes de mejunjes para recuperar nuestros puntos de vida, también reflejados en la pantalla inferior, entre otros objetos. Para acceder a informaciones u objetos claves que hayamos recogido tendremos que acudir a otro menú también disponible en la pantalla inferior. Y cómo no podremos acceder a las opciones para ajustar las características relativas al audio, los subtítulos, etc. que creamos idóneas según nuestros gustos, como en todo juego que se precie.
Cuando necesitemos o queramos guardar la partida tendremos que buscar unas misteriosas marcas rojas ubicadas sobre las paredes, no siendo necesario completar el capítulo como ocurría en la entrega anterior. El guardado, que fue uno de los quebraderos de cabeza de Dementium: The Ward como acabamos de comentar, estará a nuestra disposición con cierta regularidad cada determinados tramos, bien ajustados.
Además del modo principal tendremos a nuestra disposición el "Modo Supervivencia". Este modo será dependiente de nuestro progreso en la historia; con cada paso capítulo que superemos se habilitarán nuevas habitaciones donde tendremos que sobrevivir con escasa munición ante el acoso de numerosos aberraciones cerniéndose sobre nuestro cuasi desvalido protagonista. Este modo desprende una angustia desbordante en absoluta sintonía con la imperante en toda la obra.
En cuanto a la dificultad, desde el comienzo del juego seremos nosotros mismos quienes elijamos en la que queramos jugar. Con justicia ha de decirse que las dificultades están acordes a la realidad jugable a partir de la derrota del primer jefe del juego, que nos parecerá más de lo que en realidad es por la simple razón de que sólo tendremos un rudimentario cuchillo para vencerlo. Después de destruirlo tendremos acceso a nuestra primera arma, que nos adaptará a la dificultad real. Por otra parte, los puzles que se nos plantean a medida que avanzamos en la historia son asequibles generalmente, rara vez nos obligarán a resquebrajarnos las neuronas más de lo previstos en un primer momento.