Empezaremos al mando de un pequeño ejército, en una reducida región de Britania, con el propósito de reunificarla, haciendo acopio de recursos, trayendo aliados a nuestra causa y conquistando tierras. El paso de las estaciones marcará nuestro avance, y nos obligará a detenernos en invierno, que podremos aprovechar para otros menesteres. La diplomacia será un factor de constante uso, aunque con mucha libertad de acción, y con frecuencia podremos elegir cuán dialogantes queremos ser.
El rol también asume un papel muy importante. La personalización de nuestros ejércitos y líderes será vital para un buen manejo de los mismos, y nuestra forma de comportarnos determinará nuestra proximidad a una forma de gobernar honorable o autoritaria, y la orientación de nuestro credo, abriéndonos el camino a unas habilidades y guerreros determinados, y cerrándonoslo a otros. Incluso, habrá misiones que se narrarán como aquellos viejos libros que algunos de vosotros recordaréis y que proporcionaban una disyuntiva, para que, según el camino que tomaras, conducirte a una página u otra. Aquí, las decisiones que tomes te llevarán a distintos desenlaces.
Cuando lleguen las batallas, éstas se podrán resolver automáticamente (recomendado sólo para aquellas en las que la probabilidad de victoria sea alta, pues la IA no regala nada), peleando en ellas, o directamente tocando retirada, que también ocurrirá. En las ocasiones en que decidamos coger el mando de las tropas, se abrirá el modo de batalla, y se nos mostrará un mapa con algunos puntos de control, con una variada geografía, y los ejércitos enfrentados, a cierta distancia. En esos momentos haremos valer la configuración de nuestras tropas (la variedad es casi siempre una buena opción) y habrá que utilizar la orografía para obtener mejores resultados, como en otros juegos similares. También la magia y la moral de las tropas entran en juego, con lo que habrá muchos frentes a cubrir. Aunque ya de por sí es un modo muy completo y desafiante, una cámara tremendamente incómoda hará más complicados y confusos los combates, siendo una pega de importancia en un juego donde parte de la gracia reside en los combates en tiempo real.
Aún así, la variedad de misiones, la diplomacia, el completar la Tabla Redonda, las gestiones entre estaciones y la multitud de cosas por hacer no nos dará tregua. El juego cuenta también con mapas aleatorios moderadamente divertidos, si te gusta el resto del juego.
El aspecto técnico es apropiado, en especial lo que atañe a las voces y sonidos, no tanto a los gráficos. La perfecta localización al castellano, una de las señas de FX Interactive, es una virtud que no por esperada tiene menos valor.
Conclusión
El Rey Arturo es un buen juego que abarca muchísimo por hacer y muy variado. Si te gusta la leyenda, en este juego encontrarás grandes desafíos y una potente mezcla de rol y estrategia. Como parte negativa, nos encontramos con unas confusas batallas en tiempo real debido a una cámara deficiente y quizá exceso de opciones para el jugador menos experto en estrategia, rol, o ambos.