Análisis de Dancing Stage: Mario Mix (GameCube)

Carátula Dancing Stage: Mario Mix

Fecha de lanzamiento: 11 de noviembre del 2005

Características: GameCube-Miscelánea

Distribuidor: Nintendo España

Productor: Nintendo

Desarrollador: Konami

Precio: 59,95€

Manual: Castellano.
Textos: Castellano.
Voces: Champiñones.

Código PEGI: +3

Web oficial: Disponible

 

Imagen 11 de Dancing Stage: Mario Mix

Imagen 10 de Dancing Stage: Mario Mix

Imagen 9 de Dancing Stage: Mario Mix

Imagen 8 de Dancing Stage: Mario Mix

Imagen 7 de Dancing Stage: Mario Mix

Imagen 6 de Dancing Stage: Mario Mix

Imagen 5 de Dancing Stage: Mario Mix

Imagen 4 de Dancing Stage: Mario Mix

Imagen 3 de Dancing Stage: Mario Mix

Imagen 2 de Dancing Stage: Mario Mix

Análisis publicado el 30-05-2006 por Buja.

¡Mueve el esqueleto con esta divertida propuesta de Nintendo! Despliega la flamante alfombrilla de baile en tu salón y demuestra que eres capaz de seguirle el ritmo a los champiñones más marchosos.

Dance Dance Revolution, versión fontanera

Desde hace más de una década, Konami es el líder indiscutible en lo que a juegos de baile se refiere. Este peculiar género, que causa estragos en las salas arcade niponas, apenas ha asomado la cabeza por Europa. PS2 cuenta con algunos títulos de la indiscutible serie Dance Dance Revolution y un engendro protagonizado por Britney Spears, pero tampoco ha buceado mucho en las posibilidades de su alfombra de baile. Le toca el tardío turno a Gamecube, para lo que Nintendo ha decidido dar plenos poderes a Konami Studio para que desarrolle un DDR con todas las de la ley pero ambientado en el champiñonesco mundo de Super Mario. Zapatero, a tus zapatos. De hecho, el título original del juego no es sino Dance Dance Revolution: Mario Mix. ¿Y qué necesitamos para jugar a esto? Una alfombra de baile, un poco de espacio frente al televisor, algo de ritmo y muchas ganas de menear el cuerpo.
 
Muevo la cabeza, muevo un pie…

Para los que no conozcan la serie de DDR, os comentaremos brevemente en qué consiste le mecánica. En la zona superior de la pantalla nos aparecen cuatro flechas cortorneadas: arriba, izquierda, abajo, arriba y derecha. Al ritmo de machacona música, van subiendo desde la zona inferior flechas de color. Justo cuando se sitúen sobre su correspondiente contorno, deberemos pulsar la dirección correcta en el pad, encadenando así el mayor número posible de aciertos. Esto, que suena sencillo con el mando de toda la vida, cobra una nueva dimensión cuando debemos realizarlo sobre la alfombra de baile. En otras palabras, que vamos a brincar y bailar como locos para poder pisar a tiempo los “botones direccionales” de nuestro curioso periférico. Hasta ahora, los DDR no seguían un argumento y consistían, simplemente, en fases con una u otra mecánica y un fondo psicotrópico de formas y colorines. Pero hablamos del fontanero más famoso del mundo, y él siempre tiene una aventura que contarnos.  
 
…muevo la tibia y el peroné

Las cuatro esferas que guardan el poder de la música, custodiadas en el castillo Trufón, han sido robadas por el patoso Waluigi. Con su poder, sumirá a todos los reinos en el caos y hará que todas las criaturas bailen a su ritmo hasta caer agotadas. Y el bueno de Toad, horrizado ante esta idea, pide ayuda al mismísimo Mario. Como bien podemos suponer, las esferas no están todas juntitas y si bien la primera la encontramos en el Reino de los Champiñones, las demás se han diseminado por todo el Universo. Tampoco hay que estrujarse mucho los sesos para suponer que visitaremos cuatro mundos, cada cual más colorista, y acabaremos enfrentándonos en un duelo de baile con el omnipresente Bowser. La historia se desarrolla a través de pequeñas secuencias cinemáticas que justifican cada una de las pruebas que deberá superar Mario. En cada mundo, nos moveremos por un mapeado de forma muy similar a los Mario Party y mientras perseguimos las esferas musicales deberemos ir superando los retos que se nos presenten. Básicamente, serán de dos tipos: las clásicas fases DDR con las direcciones subiendo en cadena y los “mini-juegos”. Éstos consistirán en pequeñas pruebas que deberemos superar pulsando (o pisando, más correctamente) cuando sea necesario los botones direccionales. Como temáticas, tendremos a Mario soltando martillazos a criaturas que surgen del suelo, recogiendo plátanos que nos lanzan unos monos, disparando guantes de boxeo a Koopa Troopers que se mueven por una cinta mecánica, esquivando aludes de nieve… Nintendo 100%. Esto sí que no lo habíamos visto antes en ningún juego de baile.
 
Dificultades y competiciones para todos los gustos

Pese a la variedad de fases y minijuegos, el modo historia lo habremos completado en un par de horas escasas, lo cual no significa que la vida del título acabe en la primera tarde. Porque iremos abriendo nuevos niveles de dificultad (el modo fácil se completa a la primera sin ser eliminados una sola vez) y, sobre todo, desbloqueando nuevos niveles extras, mini-juegos y canciones que podremos repetir y practicar en la “discoteca”. De hecho, fuera del modo historia y sus variantes y ampliaciones, encontramos aquí el auténtico punto fuerte del juego: los desafíos contra otra persona. Dejando de lado que debemos conseguir una segunda alfombra (o tenemos un amigo que también compró el juego, como es el caso de quien esto escribe, o podemos desesperarnos solicitándola a Nintendo), la auténtica diversión DDR la encontramos aquí, en los duelos a dos jugadores. El surrealismo propio del mundo de Mario se une con las machaconas melodías y la vergüenza propia y ajena y acabamos disfrutando de una inolvidable y, sobre todo, diferente tarde. De hecho, es el juego perfecto para involucrar a jugadores no habituales en esas largas sesiones que dedicamos a las consolas (hablando en plata, nuestras novias también se echarán una partida).
 
Algo se echa en falta…

Pese a las diferentes competiciones (tenemos decenas de minijuegos), el juego se nos sigue antojando como escaso. En varios niveles. El modo historia, como os hemos comentado, se completa en un par de horas, lo que resta interés a las partidas a un solo jugador. Pero la mayor ausencia la encontramos en la selección de melodías disponibles. Al no ser un DDR a la vieja usanza, no encontramos temas reconocibles en las pistas de baile sino versiones techno de las melodías de los juegos de Mario y de composiciones de música clásica. Y una selección más bien escasa. Además, se ha pecado en exceso en su adaptación y la sensación que nos da es la de una versión pasada de revoluciones de los pitufos makineros. Es bailable, cierto, pero a la quinta vez que escuchamos el “Twinkle, twinkle Little Star” en versión cursi-house la música nos acaba incomodando un poco. Puestos a resaltar algún otro aspecto negativo, el exceso de personajes y colores en la pantalla puede despistarnos y hacernos perder el hilo y el ritmo de las flechas ascendentes. ¿Es un error mezclar DDR y Mario? No del todo, pero bien es cierto que algunos aspectos del juego están un poco forzados.
 
Una opción diferente

El aspecto gráfico es similar a cualquier otro título con el fontanero como protagonista y aquí ya entra la valoración personal de cada uno hacia la franquicia. Ni bueno ni malo, simplemente Mario. ¿Cómo valoramos, entonces, el juego? Pues no se trata de una respuesta fácil, porque no tenemos muchos baremos sobre los que comparar. Es cierto que es una apuesta diferente, y que en España no hay ningún título similar en Cube. Su filosofía, alfombra incluida, nos presenta una experiencia de juego diferente y única que no podemos relacionar con un arcade, una aventura, un juego de estrategia o un simulador deportivo. Es muy divertido competir con otro jugador, pero también es cierto que pronto el juego se nos queda corto y que se podrían haber incorporado muchos aspectos que potenciaran su jugabilidad (¡más música!). Merece la pena hacerse con el juego (y una alfombra adicional) si tenemos una relativa vida social y nos gusta traer a los amigos a pasar un buen rato. Las carcajadas están aseguradas. Si por el otro lado, somos de los que se encierran hasta exprimirle toda la sangre a un título serio los bailes de Mario no van a hacernos mucha gracia. Vosotros mismos. Divertido es, pero depende mucho de lo que busquemos.
 
Lo mejor: Con amigos, la diversión está asegurada.

Lo peor: Se echa en falta más competiciones y más música.

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Horas jugadas: 10

Jugabilidad: 8
Gráficos: 6
Música y sonido: 7
Edición española: 7
Nota final: 7.5

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