Me encanta esa frase, capaz de expresar en tres palabras la esencia de las administraciones antiguas y modernas, cuatro sílabas que subrayan lo más evidente y lo más profundo de la política, nueve letras para resumir una realidad que al desarrollarse se complica hasta el infinito.
Eso es Caesar IV, ni más ni menos: construir y gestionar ciudades romanas tratando de satisfacer a todo el mundo (los dioses, los senadores, los ciudadanos, los comerciantes) mientras uno se forja una reputación lo suficientemente sólida como para asaltar el poder y proclamarse César de Roma. Y no es tarea sencilla, pues muchas y variadas son las necesidades y deseos de cada grupo.
Para alcanzar tan ambicioso objetivo cuentas con un buen número de edificaciones con las que transformar un campo en una próspera metrópolis que atraiga a los flujos migratorios y económicos. Además, tienes cierto control sobre las finanzas y cuentas con un completo gabinete de consejeros que te asesorarán y te advertirán de los peligros más inminentes.
Tilted Mill ha sabido crear una experiencia divertida y coherente donde otros se habrían perdido en el exceso de microgestión o en la superficialidad más sosa gracias, sobre todo, a una interfaz invasiva pero clara, completa y eficaz. Entre sus aciertos cabe destacar el ya mencionado grupo de asistentes, elemento que impide al jugador atascarse más de la cuenta sin sobreprotegerle en absoluto ni pensar o actuar en su lugar. Otra virtud es la regulación del nivel de dificultad y de la velocidad del paso del tiempo, así como lo razonable de los objetivos de cada misión; con estas cosas se consigue que cada partida resulte desafiante, pero no frustrante.
Lo que sí echa de menos en el aspecto jugable es una dosis mayor de cinismo. ¿No es “corrupción” el más apropiado sinónimo de “urbanismo”? ¿No debe un gobernador ocuparse de problemas como el terrorismo y los roces entre clases sociales y grupos religiosos? ¿Dónde están los esclavos? ¿No se ha querido añadir más complejidad o hay miedo a hacer un juego de estrategia que no sea políticamente correcto (léase: hipócrita)? Caesar IV es un excelente city-building, pero las decisiones duras y el trabajo sucio que hay que hacer en Rome: Total War hacen que uno se sienta bastante más metido en el papel de líder romano.
Caja de arena y arena virtual
Es adorable el término que utilizan los anglosajones para referirse al modo Escenario: “Sandbox”, caja de arena, como la que tienen los gatos para su uso íntimo. Y es que todo aficionado a los juegos de gestión de ciudades aprecia que haya un modo Carrera con su historia y sus desafíos, y que pueda comparar sus puntuaciones en Internet (¿a nadie en Tilted Mill se le ha ocurrido un multijugador más interesante que una tabla de clasificaciones?). Pero el placer más personal está en dirigir una ciudad sin más objetivos ni presiones que las que uno mismo se imponga. Y si además se dispone, como es el caso, de un editor de escenarios, miel sobre hojuelas.
Ciudades latinas en el s.XXI
Si eres un perro viejo en esto de los videojuegos, ya sabes qué nos queda por mencionar. Hace ocho años esta clase de títulos se hacían en dos dimensiones, con perspectiva isométrica y sin los medios económicos que se destinan hoy día a la música y al sonido. Asimismo, los años de experiencia te indicarán que el principal problema de saltar a las 3D es la cámara, y esta no es una excepción. Se controla de la manera habitual (rueda del ratón para el zoom y botón derecho para girarla libremente), pero no dejan de producirse situaciones incómodas e inverosímiles, como no poder ver ni seleccionar directamente un edificio recién construido en el borde del mapa.
¿Ha valido la pena añadir una dimensión más? Bueno, ahora todo es más bonito, las ciudades se llenan de una agradable sensación de vida merced a unas animaciones muy elaboradas, y la baja tasa de cuadros por segundo no es algo determinante en este subgénero. A regañadientes, aceptemos el cambio como positivo, por mucho que los tiempos de carga se hayan vuelto pesados.
En cuanto al sonido, es de muy buena calidad y lo acompaña una banda sonora que no permanecerá en tu recuerdo por la misma razón por la que es apropiada: no necesitas música que te emocione cuando lo que estás haciendo es tan prosaico como la gestión, sería como escuchar O Fortuna (Carmina Burana) mientras resuelves un complejo problema matemático.
Hispania
La edición española goza de una localización completa (página web incluida, he ahí un gesto de grandeza) sin ningún defecto reseñable, cosa que no se puede decir del manual, bien traducido pero carente de color, al que le hubiesen venido bien unas páginas más, que para eso se trata de un programa de los que tardan en desaparecer de los discos duros por sus muchas opciones y profundidad.
En resumen
Se trata de una compra casi obligada para los amantes de los city-builders. Podría ser mejor, pero lo cierto es que no hay muchos títulos que lo superen en su campo.
Lo mejor: Complejo, accesible y con la dificultad bien ajustada.
Lo peor: La cámara, multijugador soso, políticamente correcto.
Alternativas:
• CivCity: Roma
• SimCity 4