No entiendo, por tanto, este extraño empeño en malgastar fuerzas contra el muro de la jugabilidad inepta. Ahí están las transiciones, sencillamente magníficas, que se autojustifican: merecerían ser contempladas sin la rémora del juego que discurre por su medio. Gran parte del mérito es de Production IG, con importante vagaje en el mundo del anime, que ha conseguido unas de las animaciones más bellas que se hayan podido disfrutar en una portátil. Aún siendo no poca la animación renderizada, uno echa en falta que abundanse más en la tarjeta, desplazando a esa ensalada de acción descerebrada y sin demasiado sentido que es el juego en sí.
Quedan, por supuesto, los colores. Y la música, desde la tonadilla que suena y resuena durante el combate (falta variedad) hasta las piezas llenas de emoción y talento que subrayan las acciones culminantes, es sencillamente magnífica. Sorprende que eso que se ha dado en llamar "alta cultura" todavía siga ciega a partituras como las de Kenji Ito, Takayuki Aihara o Masaharu Iwata. Los autores son perros viejos y lo demuestran: saben ofrecer composiciones cíclicas y llenas de ritmo, salpimentadas por temas más ambiciosos, emocionantes y contundentes. Pero, como pólvora del rey gastada en salvas, la imaginería y el arte se derrochan en, definitivamente, un mal juego. Los textos perfectamente traducidos y adaptados con mimo de la edición española no hacen sino redundar en esta dilapidación de recursos inexplicable.
Concluyendo
El aburrimiento se alza como monarca en las tierras de Mana. Nada nos importa que la diosa Mana haya desaparecido del mágico archipiélago, que la esencia primordial que animaba la vida en este mundo se haya revuelto contra él y amenace con extinguir la vida, que aparezcan misteriosos personajes con oscuras intenciones y origen nebuloso... Las misiones secundarias que te obligan a recorrer de nuevo los ya de por sí lamentablemente abúlicos niveles superados en la trama principal, una jugabilidad cicatera, una vida útil del juego alargada artificialmente hasta la exasperación a base de repetir lo repetido una y otra vez, y ese tonillo innecesariamente infantiloide en ciertos diálogos, acaban por agotarme. Y es una lástima, porque la composición musical es de altísima calidad, el diseño artístico raya en ocasiones en lo puramente preciosista y algunos de los personajes principales destilan con unas pocas frases el carisma que el héroe de la historia no adquiere a lo largo de veinte horas de juego. Children of Mana es, en definitiva, un producto que aprueba pero que no convence y que, en cierto modo, parece querer vivir de las rentas del nombre de la productora bajo la cual se ampara.
Lo que está bien
El diseño de personajes, el magnífico acabado de algunos escenarios, los toques maestros de Kouchi Ishii, Nao Ikeda y Masahito Katou.
La banda sonora que, aunque cicatera en cantidad de melodías, es capaz de deslumbrar en ciertos momentos.
Las escenas de transición. Memorables.
Imaginar lo que pudo haber sido y no fue.
Lo que está mal
El aburrimiento como leit motiv.
Linealidad elevada a su máximo exponente.
Paupérrimas misiones secundarias.
El infantilismo de algunos diálogos.
Imaginar lo que pudo haber sido y no fue.
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Horas jugadas: 23
Jugabilidad: 4.5 Gráficos: 8 Música y sonido: 8 Edición española: 8 Nota final: 5.5
