La jugabilidad de Disciples III no difiere en mucho de otros juegos de estrategia por turnos. Moveremos las unidades por el mapa sorteando o enfrentándonos a los enemigos, recogiendo tesoros y capturando puntos de interés, hasta conseguir los objetivos de cada escenario. Con el paso de los combates y del tiempo, adquiriremos edificios donde reclutar nuevos escuadrones y mejorar las habilidades de nuestras unidades. Y cuando se declara un combate, se dispone un tablero de juego con casillas donde batirnos con las hordas enemigas.
Si bien es divertido al principio, al cabo de un tiempo puede resultar monótono; muchos combates, más de los que serían deseables, se parecen enormemente a otros. La no tan extensa gama de enemigos hará que, en ocasiones, algunos enfrentamientos sean calcos de otros ya dirimidos y la poca profunidad táctica de la que gozan tampoco hace de ellos un aliciente duradero.
Eso no significa necesariemente que sea fácil, porque no lo es, y además es largo, pues consta de una campaña para cada raza que confluye argumentalmente con las otras (además de un tutorial muy útil y explicativo). Pero quizá las largas horas que proporciona este universo no sean suficiente motivo para insistir en él. Por otro lado, la opción de escoger nuestro adalid entre tres arquetipos distintos puede dar algo de frescura al juego, pues dependiendo de cuál elijamos, la jugabilidad cambiará notablemente, pero en realidad el problema de los combates monótonos persiste.
Probablemente, el apartado gráfico de juego es el mayor reclamo; máxime comparándolo con las anteriores entregas de la serie. Los escenarios son detallados y ricos en objetos y enclaves. También los personajes gozan de buena presencia, aunque ya hemos mencionado que debería haber habido más variedad. La cámara, eso sí, es demasiado vertical, y cuesta un poco acostumbrarse a esa perspectiva más cenital que isométrica si se está habituado a otros juegos de estrategia, ya sea en tiempo real o por turnos.
El sonido también está a la altura, incluyendo la edición española, en la que FX rara vez suele defraudar, por no decir nunca. El doblaje, sin ser extraordinario, está cuidado y ello se agradece especialmente dadas las largas narraciones que la historia exige.
Conclusión
Un salto adelante en la saga Disciples, sobre todo en lo que atañe a su aspecto. En cuanto a su jugabilidad, quizá sólo los más persistentes aficionados a la estrategia por turnos encuentren en él suficiente diversión durante todas las horas de juego que proporcionan sus campañas. Tal vez se echa en falta alguna raza más, pero debido a que cada una tiene su propia campaña, es comprensible pensar que eso pueda venir mas adelante en forma de expansión.
Lo mejor: La renovación gráfica de la serie y la longitud de su modo campaña.
Lo peor: La sensación de que muchos combates son idénticos a otros y lo aburrido que, con el tiempo, esto puede resultar.