La compañía japonesa
eliminó el soporte a Linux de su PS3 con su actualización del 1 de abril, una característica que, aunque minoritaria, encrespó los ánimos de algunos. Ahora ya no son sólo comentarios airados en foros de internet a los que se enfrenta, sino también a una demanda por parte de un cliente de Estados Unidos (y a la que pueden sumarse cualesquiera de los compradores de la consola entre noviembre de 2006 y marzo de 2010) por haber cambiado las características técnicas del producto que adquirió. Aunque en su momento Sony arguyó motivos de seguridad para este cambio, ahora deberá argumentar por qué es lícito que los compradores de PS3 tengan hoy una consola de menos prestaciones que la que adquirieron, cuando quizá fuera esa característica la que les hizo decidirse por dicha compra. Sea como fuere, si Sony no gana esta batalla legal se verá obligada a restablecer el soporte a este sistema operativo o indemnizar a los que se sumen a la demanda.