Tras Night of the Raven, fantástica y atípica expansión que costó muchísimo sacar de tierras germanas, se anunció la tercera entrega de la serie. Y las perspectivas no podían ser mejores: un mundo mucho más grande que el de su (inmenso) predecesor, con más ciudades y criaturas, un sistema de control y de inventario mucho más apropiado para computadora, una inteligencia artificial radial que aumentaría la credibilidad del entorno (auténtico pilar de la saga) concediéndole gran importancia a la reputación del protagonista y un apartado visual acorde con los tiempos que corren. Además, desde el punto de vista comercial, el título vería la luz de manera casi simultánea en todo el viejo continente y al otro lado del Atlántico. No éramos pocos los que, aun estando fascinados por Oblivion, creíamos firmemente que esta vez Bethesda se vería superada por un nuevo estándar.
La dura realidad
Un héroe sin nombre ha vencido a los dragones de la isla de Khorinis y se embarca con su tesoro hacia un nuevo y mayor continente. Cuando llega, las cosas están peor de lo que se esperaba y se ve obligado a buscar a su traicionero mentor. En más de un sentido, ese es el argumento del juego que nos ocupa.
Todas las promesas mencionadas más arriba se han cumplido. El mundo es pantagruélico y da gusto explorarlo más allá de las misiones dada su densidad en detalles y desafíos desde el primer instante, ya sabes, los enemigos son los que son y no suben de nivel contigo, así que si nada más empezar te topas con un gólem y quieres abatirlo con un ridículo garrote en lugar de echarte a correr y vengarte más adelante, allá tú; si lo consigues tienes mi admiración. El acabado gráfico luce moderadamente bien gracias al buen trabajo realizado en texturas, vegetación y número de polígonos, el control y la interfaz se han cambiado por otros mucho más prácticos y conocidos. Las subidas de nivel ya no se basan en porcentajes, sino en una horda de talentos que añaden más adicción e interés, especialmente cuando se supera el ecuador de las muchas horas de diversión que el programa proporciona. Y la banda sonora, pese a no alcanzar la genialidad de las obras de Inon Zur o Jeremy Soule, es mucho más que correcta. En suma, nos hallamos ante un armonioso conjunto de grandes ideas que conformarían una más que sólida alternativa a las obras de Bethesda y Bioware, de no ser por las malditas prisas.
Correr es de cobardes
Como decía al principio, alguien debería pensar más allá de los trimestres fiscales y la (en géneros como este más imaginaria que imperiosa) necesidad de aprovechar la campaña de navidad. Así nos libraríamos de juegos inacabados como este.
Empezando por los requisitos mínimos, elevados para lo que se ofrece; y por una optimización tan sumamente penosa que da la sensación de que se trata de una beta pendiente de refinar. ¿De qué me sirve que haya vibrantes batallas si cuando hay muchos personajes en movimiento la tasa de cuadros por segundo arruina la diversión? ¿Cómo es posible que en un título cuyo diseño implica que uno puede morir en cualquier momento tenga unos tiempos de carga insufribles? ¿Por qué desincentivar el guardado rápido transformándolo en algo lento y pesado? Y si, pese a todo, el usuario se arma de paciencia y no desiste, ¿por qué castigarlo con molestos bugs y cuelgues?
Si ahí terminasen los problemas, valdría con tener un compatible poderoso (no menos de 1 GB de RAM, mucho mejor si son 2) y esperar por los parches. Pero hay serios errores de concepción difícilmente corregibles. Durante los combates, los enemigos son predecibles y no hay grandes diferencias entre matar a un troll y eliminar a una triste mosca de sangre, salvo el tamaño y el número de golpes necesarios: su comportamiento es idéntico. Más grave aún es que consumir una poción o lanzar un hechizo mientras estás en una pelea es inviable, pues mientras uno accede al inventario deja de golpear a los enemigos, pero ellos no paran. Y si se recurre a las teclas de acceso rápido, la lentitud de las animaciones garantiza perder la batalla: seleccionas la poción y el protagonista guarda el arma, saca el frasco correspondiente y se lo bebe, tras lo que vuelve a sacar el arma. Antes de que puedas volver a atacar has muerto. Y la narrativa es mediocre.
En resumen
Gothic 3 es un notable título que hará disfrutar a los amantes de la saga, pero que deja el regusto amargo de saber que podría haber sido legendario si tan solo se hubiesen dedicado algunos meses más a optimizarlo y testarlo. Podría haber sido el gran pelotazo de JoWood, igual que Los Sims lo es de Electronic Arts y Grand Theft Auto lo es de Take-Two. Ahora temo que no llegue a haber una cuarta parte.
Lo mejor: Excelente sistema de talentos, un mundo enorme y creíble por explorar.
Lo peor: Optimización lamentable, bugs, combates desesperantes.
Alternativas:
• Gothic 2
• The Elder Scrolls IV: Oblivion